¿El Respeto se Gana?

El día 25 de enero de 2020 desde las 10 am en los espacios de la Galería de Arte Nacional, ejecutamos el primero de una serie de conversatorios en la ciudad de Caracas, cuyo objetivo es reflexionar y cuestionar sobre algunas ideas incrustadas en el imaginario colectivo acerca de cómo se percibe el respeto.

Iniciamos con la pregunta: ¿Alguna vez te has sentido irrespetada o que has irrespetado a otras personas? y se pudo evidenciar la existencia de múltiples visiones, formas de entender lo que es el Respeto, así como las diferentes reacciones que se generan al percibirse irrespetado. Hubo conceso acerca del móvil que nos impulsa a irrespetar a terceras personas y los elementos que participan en la acción de irrespetar, pudiendo ver claramente qué hay detrás de ello.

Fue importante observar que ante la gran variedad de posibles maneras de percibir el respeto, se hace casi imposible evitar irrespetar a otra persona cuando no se tiene la intención de hacerlo, pero cuando nos autopercibimos en posesión de la verdad o nos sentimos en un lugar privilegiado, con poder, es muy sencillo actuar irrespetuosamente consciente o inconscientemente.

Entonces, el irrespeto es un acto de violencia consciente o inconsciente, con o sin intención, que provoca malestar a quien es dirigido. Se puede dirigir hacia distintos aspectos de la persona como lo es lo físico, la personalidad, lo económico, lo ideológico, entre otros. Presentándose en distintos frascos como la violencia verbal, física o simbólica.

Frente a una situación de irrespeto podemos reaccionar a) con violencia en todas sus formas, b) asumiendo que merecemos el irrespeto, o c) haciéndole frente, exigiendo respeto.

Pero ¿qué es el respeto entonces?

Si buscamos definiciones en la RAE, notamos que lo asocia con tres palabras a destacar:
1. Consideración una especie de actitud filantrópica, identificada generalmente con amabilidad o atención.
2. Veneración la admiración profunda o a una especie de culto hacia algo o alguien, y
3. Miedo.

¿Puede dirigirse a distintos objetivos o solo a las personas?, ¿Se puede decir que respeto leyes, cosas, creencias, naturaleza, procesos?.

Si asumimos el concepto de la RAE y extraemos la acepción de “consideración” y “miedo”, podríamos afirmar que cuando el destinatario del respeto es distinto a la persona humana, estamos frente a una situación de respeto, sin embargo, frente a una persona, el miedo no debería ser un motor de respeto y la consideración o amabilidad no siempre es un indicador de estar respetando a esa otra.

Si comparamos el respeto a una ley con el respeto a una persona, nos planteamos que acatar una ley no implica respetarla, pues podemos tener convicciones acerca de su legalidad e ilegitimidad, pero está allí y no “debemos” evitarla, sin embargo, podríamos alzar nuestras voces para que sea eliminada o modificada, pues no estamos de acuerdo con ella, pero ¿comportarnos de igual forma frente a una persona es respetuoso?, es decir, ¿apuesta a una convivencia sana evitar a personas porque no estamos de acuerdo con su existencia? ¿alzamos nuestras voces para que sean excluidas de alguna forma? Respondiendo estas interrogantes podríamos ir acercándonos a las distintas concepciones arraigadas en el imaginario colectivo sobre el respeto.

Si comparamos el respeto a la naturaleza con el que apunta a las personas, incluso encontramos algunas incongruencias. Una persona amante de la naturaleza, declarada abiertamente protectora de los animales, muchas veces podría reaccionar distinto frente a un león que a un zamuro, o frente a una cigarra que a una cucaracha, ¿por qué?. Hay ciertos valores culturales (geográficamente distintos claro está) atribuidos a elementos de la naturaleza, incluyéndonos a la raza humana. Valores que inspiran miedo, asco, ternura, poder, belleza, etc. Y es sobre esos valores que construimos eso que llamamos, en ese caso, respeto. Entonces, ¿De qué habla el respeto cuando se trata de personas?

Por qué coloquialmente se usan expresiones tales como “Primero debes ganarte el respeto” o “respeta, para que te respeten” o “Hazte respetar”, en serio ¿hay una serie de requisitos que cumplir para que podamos ser merecedoras de respeto? ¿es un trofeo por el que hay que competir? ¿Depende de mis orígenes, mis estudios, mi situación económica, lo que me gusta, mi léxico, mi color de piel, mi sexualidad, mi género…depende de algo?.

En la discusión por encontrar respuestas no encontramos con una palabra fundamental en todo el tema: la DIGNIDAD, ¿qué es?. Si nos vamos de nuevo a la RAE encontramos que no solo no acoge lo aportado en la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) de 1948, sino que brinda un concepto cargado de valores subjetivos culturales decimonónicos: excelencia, decoro, prebenda, cargos…es decir, para la RAE la dignidad se refiere a un valor que ostentan algunas personas debido a que gozan de ciertas características. Pero si nos vamos a la DUDH, vemos que da un giro sustancial, la dignidad es el valor innato de toda persona, que nadie otorga, que te da libertad, autonomía de elegir cómo existir y aceptar las consecuencias de tus elecciones, pero que principalmente te hace merecedora de todos los derechos. Es así que podemos comenzar a definir el respeto como un valor que habla del reconocimiento y valoración de las cualidades de las personas y sus derechos.

Y si esto es así, veamos ¿Qué pasa con quien es criminal? Al menos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y las leyes, la cual abraza, como pocas constituciones del mundo, todos y cada uno de los derechos humanos de la DUDH, quien comete un crimen de la magnitud que sea el mismo, tiene garantizado el disfrute de la mayoría de los derechos que gozamos el resto, quizá el mas frecuentemente arrebatado, buscando la protección de terceras personas, es su libertad. Esto obedece a ese valor inherente a la naturaleza humana que se conoce como Dignidad, y a esa imposibilidad de arrebatarla, de negarla y en consecuencia genera el derecho que es el Respeto, el respeto a su dignidad, a la vida, a su existencia en todas sus dimensiones, y allí es cuando encontramos el verdadero significado de la palabra. Por ello asociar la palabra respeto a objetos o ideas, podría ser una interpretación errónea de la palabra, pues solo las personas somos portadoras de dignidad.

Analicémoslo desde la perspectiva del autorespeto. ¿Te has faltado el respeto alguna vez?. ¿Qué dice la frase “hazte respetar”?

En este punto, pudimos percatarnos de la importancia de encontrar un significado a la palabra respeto, dado que podemos construirnos una idea sobre nosotras mismas como personas respetables, como cuando creemos que ya nos “ganamos” el respeto a partir de nuestros logros y avances, que de cierta forma reproducen el discurso de que hay personas superiores e inferiores, dignas o indignas y en consecuencia, respetables e irrespetables.

Por lo que a partir del autoreconocimiento de nuestra dignidad, es que depende la capacidad de autorespetarnos. Y que el irrespeto a ciertas personas, incluso sus ideas, parte del principio del egoísmo, ignorancia, complejos, prejuicios, odio y en una superestructura sistémica que nos enseña a discriminar. Se puede decir que el respeto es un valor activo, no es una norma que nos obliga. Es una construcción continua, que gira en torno a la búsqueda de garantizar una convivencia pacífica con el entorno y su diversidad, por lo que implica que cada quien tenga y sostenga un verdadero interés por la otra persona, sin egoísmos, más allá de las obligaciones que el sistema nos impone.

Para construir respeto es necesario desarrollar procesos de empatía, alteridad vinculante, y reflexionar profundamente sobre las diferencias entre conceptos como respeto, tolerancia y aceptación, los cuales coexisten, pero no son sinónimos.

¿Cómo afecta a las personas el irrespeto? ¿Qué ganas, que pierde?

Si exigimos respeto a nuestras diferencias, ¿por qué no respetar las ajenas?

Agradecimiento a quienes asistieron, a la GAlería de Arte Nacional y a Humberto Córdova por su contribución en la redacción de esta nota.