Día del Trabajador y la LGBTI_Fobia

¡Hoy Día del Trabajador no es un día para celebrar, es un día para recalentar los motores de lucha! En especial para quienes somos legítimamente diferentes, pero exigimos ser tratados con igualdad de forma justa y equitativa. Cuáles son algunos móiviles de nuestra lucha en este contexto?

A pesar de haber personas que se alzan como referentes positivos en el mercado laboral de Venezuela y el mundo, la realidad para la mayoría es otra. Ser LGBTI y aspirar o mantener un empleo no es cosa fácil cuando los estereotipos, prejuicios y estigmas se sostienen en la sociedad.

Siempre preferiremos ocultar nuestra orientación sexual en el medio laboral a menos que pertenezcas al mercado informal. Y siempre tendremos la excusa de que esa es nuestra vida privada.

Ocultarlo significa (aunque la desconozcamos) una presión psico-emocional adicional a ocultarlo en el seno de nuestras familias y amistades, lo que impacta en nuestra salud integral de manera significativa.

Por qué ocultarlo? A veces ni siquiera es necesario, pero se nos ha enseñado que somos enfermos, depravados, que “eso” no es bueno, por lo que lo mejor es esconderse o fingir. Ocultarlo nos evita ser víctimas de chistes, acoso, exclusión y restricciones al seguro (por ejemplo, dado el estigma del VIH), pero también evita que no se nos emplee o se nos despida por ser una “mala imagen”, como por ejemplo en la docencia (el estigma de que enseñamos/transmitimos nuestra “enfermedad” o la pedofilia).

La orientación sexual pareciera definir las tareas o roles en los que encajamos los varones gays sin cuestionamientos como la peluquería, decoración, maquillaje, belleza, sección de chismes en medios. El estilismo y el trabajo sexual es el único posible para la mayoría de las chicas transgéneras y transexuales, y para lesbianas poco “femeninas” y transgéneros o transexuales masculinos ser vigilantes de seguridad.

Si se “nos nota” y se nos emplea, sentimos profundo agradecimiento que además puede ser explotado por el personal superior, también nos exigimos más para demostrar al resto que somos capaces y con talentos “a pesar” de ser LGBTI. Si nos quieren despedir por ello, cualquier mecanismo de presión para que renunciemos es bueno, así como cualquier argumento que no evidencia la lgbtifobia.

No menos importante es el acoso inquisitivo constante sobre nuestras vidas privadas en todos los niveles del espacio laboral, especialmente cuando mantenemos en secreto nuestra orientación sexual. La gente necesita saber y responder a sus sospechas. Si tenemos novia, novio, si estamos casados, si tenemos hijxs, a quien llamamos tanto, con quien vivimos, etc., lo que nos empuja a evitar eventos sociales vinculados con el trabajo.

Mucha gente transgénera o transexual no asume su identidad sexo-genérica por temor a no poder ingresar al mundo laboral, como efectivamente sucede.

Si conformamos abiertamente familias homoparentales los beneficios socioeconómicos correspondientes para nuestros hijos e hijas no se dan con la naturalidad y facilidad de las familias tradicionales.

El trabajo es nuestro, de los colectivos, de los movimientos, de las organizaciones, de nosotras y nosotros los gays, las lesbianas, binexuales, trans e intersexuales. No hay otra opción que empoderarse para vencer el yugo que muchas veces nos conduce a amar las cadenas.

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