Orgullo de qué?

CAPITULO 1
El negativismo no es ni será nunca una bandera para Venezuela Igualitaria, siempre nos hemos caracterizado por el optimismo cómo abordamos el trabajo, así como por cuestionarlo todo: conceptos, posiciones, estándares.

Entonces cuando cuestionamos el uso de la palabra ORGULLO para conmemorar los disturbios de Stonewall, no nos apropiamos del sentido litaral de los diccionarios que la definen como exceso de autoestima, soberbia, vanidad y cuyo antónimo es HUMILDAD, sino que nos apropiamos de su significancia política de SATISFACCIÓN, SENTIMIENTO DE DIGNIDAD y DE RESPETO.

Cuando nos preguntan ¿por qué el Orgullo LGBTI?, ¿Hay razones para sentirlo?, encontramos un sesgo negativista, que inmoviliza, poco aporta, pero que podemos transformar y usar de trampolín o motor y respondemos:

Claro que sí!

Debemos sentirnos orgulloses no por ser gay, lesbiana, transexual, transgénere, bisexual o intersexual, tampoco medir el nivel de Orgullo partiendo de si se han alcanzado logros medibles, tangibles, de gran impacto como leyes que nos incluyen o especialmente la Sentencia 1187/2016 de la Sala Constitucional del TSJ que no solo garantiza la doble maternidad y paternidad sino que abre las puertas a leyes de fertilización asistida, a la adopción sin discriminación y el matrimonio igualitario a partir de que amplifica el Artículo 75 de la CRBV reivindicando iguales derechos a las familias homoparentales frente a las familias tradicionales.

También debemos reconocer, visibilizar y nunca olvidar los pequeños logros alcanzados por las batallas de hombres y mujeres que ya no están con nosotres pero que abrieron nuestros caminos para andarlos con un poco menos de culpa, de miedo y de vergüenza. ¿Qué pasa con ese amor que nos dieron y que trascienden su muerte convirtiéndose en semillas?

¿Qué pasa con el amor que ponemos en nuestra tarea de reivindicar la dignidad de quienes han caido, de quienes están cayendo, de quienes están por caer y de quienes nacerán con la posibilidad de caer?

Debemos sentirnos orgulloses por haber resistido y seguirnos resistiendo al odio, a la apatía, la violencia. Por resistirnos a sobrevivir a la opresión de un sistema cuyo germen vemos plasmado en derechas e izquierdas.

Debemos sentirnos orgulloses por haber resistido y seguirnos resistiendo a vivir despojados de la dignidad con la que nacimos, que es nuestra, que no es del Estado ni del Gobierno ni del Partido, y que no debe ser condicionada por imposturas como a quien amas, cómo usas tus genitales o modificas tu cuerpo, cómo vistes o te expresas.

CAPITULO 2
El miedo, la culpa y la vergüenza no han sido superadas porque veamos en las ciudades a jóvenes parejas LGBTI en colegios o calles tomados de la mano o besándose. Pues ni el empoderamiento de tus derechos te libera de algo que han inseminado en nuestros genes. Eso sería reduccionista, generalizar. ¿Qué pasa en nuestros pueblos? ¿Qué pasa con el miedo, la culpa o la vergüenza que sufren nuestros familiares y amistades? Y que sigue siendo cultivada ingeniosamente como instrumento controlador del sistema a través de los medios de comunicación, o a través de la inacción de quienes toman decisiones.

¿A caso las mujeres, cuya lucha es histórica y que han logrado visibilizar su vulnerabilidad y vencer obstáculos legislativos importantes han dejado de sentir miedo de la sociedad patriarcal, machista y sexista porque hayan mujeres presidentas, diputadas, empresarias y exitosas? Por otro lado, cuando invisibilizamos por ejemplo a personas bisexuales, a la población poliamorosa en espacios donde se pretende reivindicar la diversidad sexual ¿no es parte de ese juego de opresión?

Sentir Orgullo no significa dejar de sentir miedo, sentir orgullo no significa dejar de sentir culpa o vergüenza de que la gente más común, más repetida en la sociedad sepa que somos una lista larga de categorías, de etiquetas que políticamente debemos hacer visibles asumiendo con enfática claridad que lo que no se ve no existe. Sentir orgullo es no disfrazarnos bajo eufemismos como “somos de ambiente” o “sexodiversos” ni “de la diversidad sexual” para no nombrar esa larga lista, y ocultar que somos homosexuales, gays, lesbianas, bisexuales, transgéneres, transexuales. Sintámoslo con la seguridad que algún día solo importará ser personas, pero solo cuando realmente hayamos vencido la culpa, el miedo y la vergüenza y tengamos más razones para sentirnos orgulloses.

CAPITULO 3
A sabiendas que cada una de esas categorías políticas tiene sus propias demandas, es preciso entender que Juntos somos más y que este eslogan que apuesta a la unión no desconoce esas diferencias sino que destaca que todas confluyen en un origen: el control de nuestros cuerpos y mentes. Mas aun si consideramos cómo se vinculan nuestras luchas al hablar de discriminación múltiple (mujer, lesbiana, con sobre peso, negra, pobre, con tatuajes, adolescente…).

Así que los discursos separatistas que plantean que las causas de las lesbianas no pueden ser abordadas por varones gays por ejemplo, no ayudan, porque sería desconocer que los avances reivindicativos históricos han sido gracias a la concientización y solidarización de nuestros opuestos.

¿Cómo deconstruir prejuicios entre gays y lesbianas o entre homosexuales y transexuales, entre homosexuales y bisexuales, sino conocemos, sino nos presentan para sensibilizamos con sus demandas y asumirlas nuestras?

Sintámonos orgullosos de que tenemos la oportunidad de hablarnos y decirnos todo esto para seguir creciendo y libertando nuestras ciudadanías y humanidades, pues que nos estemos entregando a esta difícil tarea de salvar vidas, sin intereses personalísimos, es más que una razón para sentir orgullo!.