¿Dónde quedó el interés superior de todos los niños y niñas en Venezuela?

Salvador Gabriel nació en Buenos Aires, Argentina del matrimonio legalmente constituido en dicho país por dos ciudadanas venezolanas Giniveth Soto y Migdely Miranda. Fue concebido por fertilización asistida, un hijo deseado, un hijo que para ambas significaba el sello del amor que desde hace tres años estaban construyendo juntas.

Giniveth la madre que aportó a Salvador toda su carga genética y Migdely Miranda quien lo abrigó en su vientre, alimentó y parió con dolor, ya no están juntas porque la inseguridad en Venezuela les sustrajo la felicidad con violencia. Desde diciembre de 2014 Migdely no solo sufre el peor de los procesos que un ser humano puede sobrellevar: la muerte de su esposa, su mujer, su amiga, la madre de su hijo, sino que debe hacer abstracción de su dolor y cuidar y dar amor a su bebé, y dar una batalla jurídica ante unos Administradores del Estado que desobedecen brutal y cobardemente el mandato constitucional de proteger a la persona y respetar su dignidad (Art. 3 - Principios Fundamentales de la CRBV), pues superponen el Código Civil (con más de 30 años de preconstitucionalidad) como máscara para sus prejuicios y su falta de disciplina social y ética "revolucionaria-socialista-progresista". 

Mientras el resultado de la prueba Heredo-Biológica determina que Giniveth Soto tiene filiación biológica con Salvador, un Tribunal de "Protección" de Menores, desestima la potestad del niño a ser su heredero universal, razón por la cual Migdely también debe dar una batalla contra la familia Soto-Quintana, quienes desconocen su relación afectiva, la legalidad y legitimidad de su matrimonio, al proceder ante los organismos competentes como herederos únicos y universales.

Migdely Miranda viene de una familia muy humilde, sin embargo, hoy día es profesional de la Psicólogía. Los bienes de su esposa Gini no son más importantes que el amor que se profesaban mutuamente, ni más importantes que la lucha a la que se aferraba Gini (compartida por Migdely) para garantizar los derechos de ambas y de su hijo. Esta hermosa pareja de madres, se casó y procrearon un hijo con amor, y estaban dispuestas a todo por procurar un país distinto justo y equitativo para todas las familias por igual. Este objetivo no es posible si el Estado no le garantiza el goce y ejercicio de los derechos como viuda y madre, 

El Estado no está protegiendo el interés superior del niño, pues en la Sentencia del Tribunal de Protección no sólo se vulnera el derecho del niño y de Migely al patrimonio dejado por Gini sino que se vulnera el derecho humano a la identidad del niño, que incluye el nombre con el cual fue registrado en su lugar de nacimiento, su nacionalidad (pues se negocia el derecho al nombre para poder otorgarle la nacionalidad venezolana) y el de las relaciones familiares, renunciando a su doble maternidad y a sus dos apellidos, obligándole a tener doble identidad, una en Argentina y otra en Venezuela.


Hoy, en el día del niño, le preguntamos al parlamento nacional, a la directiva del CNE, al Consejo de Protección de los Derechos del Niño, quienes dentro de un Estado Laico, resuelven con la biblia, sus prejuicios y leyes infra constitucionales en brazos, que no hay nada que hacer más que empujarles por un laberinto de más violencia psicológica, moral, afectiva y pudiera a llegar a ser física:

Las familias cuanto importan? 
El interés superior del niño cuanto les importa? 

Defienden leyes excluyentes con tanta vehemencia, antes que reconocer su deber y honrar la Constitución, que da miedo pensar que sigue,