El día 12 de mayo de 2020, se hace tendencia “El George Harris”, y para quienes nos preguntamos ¿quién es?, pues bueno, es un personaje que se califica de comediante y tiene un cierto número de fans, que al pagar para reírse de lo que expresa en sus shows, lo reconocen como comediante.
La cuestión es que se viraliza un video donde el sujeto en cuestión habla de una mujer recién embarazada, que celebra el hecho de que el neonato será varón, por lo que el “comediante” sugiere que espere a que nazca, porque el niño a los 10 años puede sorprenderla diciendo que no es varón que se siente mujer. Y da inicio a una serie de juicios a los que muchas personas recurren para hacer reír, basando la burla sobre una realidad de la que no forma parte o al menos, de la que niega ser parte.
Una realidad que supone toda una carga de opresión histórica y que hace tanto daño a millones de personas, por lo que nos hemos organizado para combatirla.
Veamos algunos análisis de su discurso:
- Deslegitima la capacidad y el derecho de un niño o niña a autopercibirse: cuando expresa la sorpresa de la madre con “¿A LOS 10 AÑOS? ¡VERGA QUE AUTODETERMINACIÓN! ¡DATE UN TIEMPO!. NO TE APRESURES”.
La niñez tiene capacidad para decidir y ejercer varios de todos los derechos constitucionales que gozan las personas adultas. Entre ellos el derecho al libre desenvolvimiento de la personalidad, a la identidad y a la imagen propia.
- Estereotipa a las mujeres trans: cuando supone que la niña diría: “ME LLAMO MAIGUALIDA, LA DIVINA”.
Las personas transgéneras o transexuales somos personas, cuyo único problema es la mirada prejuiciosa de la sociedad sobre ellas, que censura nuestra existencia, nos niega respeto y derechos. La respuesta ante esta mirada es diferente en cada una, por lo que nos construimos dependiendo de las oportunidades, recursos emocionales, sociales, económicos, redes de apoyo y la violencia vivida. Ninguna respuesta nos hace menos respetables, menos ciudadanas, menos humanas.
- Reproduce el discurso indiferenciado sexo-género e identidad de género: cuando la madre le dice a la supuesta niña “TÓCATE EL PIPI UN RATO A VER QUE SIENTES” y cuando supone que la niña dice “ESTE PIPI NO ME GUSTA”.Sexo, género, identidad de género y expresión de género son cosas distintas. Esa niña teórica a la que se refiere, podría disfrutar tener un pene y eso no le haría ser menos mujer.
- Invita a la niña a avergonzarse de ser quien es, de su diferencia y a volver en el closet: Cuando la madre dice “QUE TE DE PENA SER ASÍ”. “PORQUE AL MENOS EN LOS 80 LA GENTE SE ESPERABA HASTA SER MAYOR”.
Entre todas las formas de violencia, la peor es la psicológica, cuyas huellas son difíciles de extirpar. Históricamente hemos batallado contra la idea de que las personas LGBTI somos una amenaza para la sociedad, una abominación, pecado, una injuria a la vida, por lo que hemos vivido con culpa y vergüenza, ocultándonos, negándonos. Cuando comenzamos a ganar espacios, a ganar legislaciones ¿nos van a pedir que sigamos avergonzados para complacerles? ¿quieren que retrocedamos años de luchas de nuestros movimientos.? Al closet no volveremos nunca más.
- Reproduce un discurso rechazado por una inmensa cantidad de población Trans del mundo: Cuando supone que la niña dice “HE NACIDO EN UN CUERPO EQUIVOCADO”.
No vamos a dar una clase de cómo él podría invertir la acción de risa a la reflexión irónica, por ejemplo, burlándose de quienes creen que es obligatorio que las personas sean heterosexuales y cisgéneras. Sin embargo, sí queremos hacer la siguientes reflexiones:
No subestimemos nunca el poder que tienen las figuras públicas que, desde posturas egocéntricas e ignorantes, no reparan en los daños que arrastran con su éxito, tales como el sostenimiento de las estructuras de poder desigualitarias que deciden quién es superior, inferior, enferma, ciudadana o normal, como en este caso, con base en su sexualidad, robándonos dignidad y derechos.
Por otro lado, dado que el discurso va orientado a un público con su mismo perfil, y que toda su broma está construida con base en características de las cuales no somos responsables las personas transgénera y transexuales, pero que nos hacen vulnerables, se debe tomar en cuenta que, con o sin la intención de lastimar a través de la risa, el sketch en cuestión es violencia simbólica, que incide en la naturalización y sostenimiento de prejuicios, miedos y estigmas.
Para corroborar discursos de odio disfrazados de humor, veamos la reacción de las masas que le siguen, por ejemplo, ante el repudio de su show por parte de activistas LGBTI, familias trans, como la cantante Karina, y otras aliadas de nuestras causas, la masa defiende al “comediante”, reproduciendo e intensificando el ataque con más y más ideas de odio, como se puede observar en las redes, en muchos comentarios de usuarios sobre el hecho.
Finalmente nos gustaría expresar que:
- No es que seamos más sensibles hoy día, que nadie ya puede decir nada porque todo nos ofende, solo que ya no somos personas tan débiles y oprimidas como antes. A diferencia de décadas anteriores donde por nuestra orientación sexual, expresión e identidad de genero se nos procesaba judicialmente, nos encontramos afortunadamente en un contexto distinto y ello nos faculta para asumir con valentía la lucha frontal contra toda forma de discriminación y violencia, sea cual sea su forma y su contenido. Sabemos que tenemos derechos, aunque sigan secuestrados por los poderes del Estado.
- Tampoco se trata de querer censurar la libertad de expresión, se trata de censurar la violencia. La incitación al odio no es un ejercicio de tu libertad. No es libertad la que, a través de risas, palabras, gestos, acciones, levantan un muro para oprimir a otras personas.
- Hagamos conciencia, ¿por qué no se hacen tantos chistes misóginos, sobre personas con discapacidad, pueblos originarios o racistas hoy día?, ¿las leyes que apoyan a estos grupos sociales a vivir una vida libre de violencia, habrán ayudado en algo?
- No se puede objetar la crítica, al señalarle de discurso de odio, cuando se habla desde una posición de privilegios, distante de la realidad que viven los propios cuerpos, no es su sufrimiento cotidiano, pues la respuesta puede terminar siendo no empática, arbitraria y déspota, para finalmente seguir siendo violenta. Tampoco es suficiente pedir disculpa en el semiprivado espacio de Karina, pues no fue solo a ella y a su hijo a quien lastimó.
- Y no, no nos callamos, pues, aunque para mucha gente sea algo banal, un chiste y ya, lo trascendental del contenido discursivo y sus efectos en las masas, dicen lo contrario. Si la sociedad tuviera una mínima idea de lo que sufrimos a lo interno las personas trans para aceptarnos diferentes, canalizar la incomprensión de nuestras familias y amistades, sabernos siempre expuestas al escarnio público, y soportar maltratos, humillaciones, así como muchas veces contemplar el suicidio como una salida eficaz al dolor y la vergüenza, entenderían entonces que la autopista de la vida se nos convierte en un sendero pedregoso y cuesta arriba, invadido de malezas, donde las posibilidades disponibles para todas las personas se nos niegan o reducen: familia, identidad, cultura, educación, salud, trabajo, amor, por lo que callar no es una opción, pues nos haría cómplices y responsables directos de las injusticias.
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